Narrativas de género, y de paso

sábado, 7 de abril de 2012

Ojalá fuese otra de mis fabulaciones, otra ficción que se me escurre plácida. No, esta narración es cierta y terminal como la enfermedad que la inicia.
Marta hizo todo cuanto pudo, tratamientos convencionales, terapias novedosas, también pasó por manosantas, que poco tenían de santos y más de chantas, incursionó en ungüentos milagrosos, rezó, quedó pelada, los hijos le regalaron una peluca, la llevaron de veraneo porque era el último, mejoró un poco, después empeoró el doble, entonces quedó postrada, y se fue el habla, pero quedaban los ojos, para ver la tele portátil en el hospital, mientras los de cuidados paliativos, con cero de tacto, decían que moriría de inanición si no comía. Me pidieron consejo si convenía una sonda, yo opiné que mejor la dejaran en paz, pero justo Marta reaccionó y deglutió algo, vainillas y alimento de bebé, así pasaron semanas, con ella internada y los hijos, mis únicos amigos de la infancia, turnándose con las visitas. Y el resto del tiempo descansaban en la casa familiar, pero sin los quejidos de Marta, que ya conocía el desenlace, por eso el quebranto, porque era demasiado saberse morir, y encima bañarla y cambiarla y la pastilla para las convulsiones y lo que inyectaban las enfermeras, creo que la querían grogui, porque Marta, sana o pereciente, tendía a ser abominable, de palabras vulgares, metiche, mandona, con rencores, porque su hija Daniela no había llegado a ser maniquen, o porque Enrique, mi secuaz de siempre, andaba noviando con esa vividora de Paula, o por la suerte esquiva, que reía a otros y no a ella.
Enrique dispuso rápido de los arreglos, sin velorio y apenas un responso antes de ir a tierra. Fue muy sentido; las viejas amigas de riguroso luto, Daniela afligida pero íntegra, Paula, la novia, actuaba pésimo su dolor, siempre la creí una atorranta, el entierro no fue la excepción. El viudo Mariano, actor secundario, malcarado, mesándose el bigote, me acerqué a darle el pésame, agradeció por lo bajo. Mi amigo Quique abrazado al féretro. Y yo, ajeno a las explosiones de llanto, lo imaginaba viniendo a desmalezar la tierra, a pulir el bronce, a dejarle flores.
No tanto como predije. Tuvo un sueño liberador. Así lo recuerdo en sus palabras, estaba mamá sentada en la cama del hospital, sin las sondas pero con el pelo corto, y me decía que no quería seguir, que nosotros (por Daniela y él) estuviésemos tranquilos porque ella nos iba a acompañar siempre. Casi un cliché, pensé para mí, quién mierda era yo para decirle que sonaba a culebrón de la tarde. Si a él le servía para cerrar el capítulo, bien.
Marta volvió.
Sí, yo vivía drogado, pero la falopa no fue la causa, sino el catalizador. Como dije, la difunta regresó en ellos. Era impresionante cuando se apropiaba del viudo Mariano. El viejo me echaba unos vistazos muy perturbadores, se acomodaba los cinco pelos como ella, imitaba su postura al sentarse, y la risa con ronquido tan característica. Le pregunté por qué adoptaba los tics de Marta. Negó que estuviera haciéndolos.
Daniela también. Pasó de hermana a madre sobreprotectora de Enrique, justo ella que toda la vida había estado a la sombra del preferido, ahora olvidaba los años de terapia para abnegarse a Quique. La ropa, la comida, le tendía la cama, y fregaba los pisos. Eso en cuanto a cambios visibles, lo escalofriante era aquello que se escapaba de la mirada liviana. Cierta cosa entre edípica e incestuosa.
Por supuesto que Enrique descartó mis sospechas, pero le faltó vehemencia, asco, no sé, en cambio no emitió juicio cuando le pregunté si no le parecía raro que Daniela hubiese adoptado para entrecasa los camisones de Marta, qué tenía que hacer con ellos, ¿acaso los suyos no daban la cuota mórbida? Omití decirle que en el último tiempo la veía más parecida que nunca a la vieja, a niveles de transformación de cara, pero me sonó medio falopa.
Mientras tanto la vividora de Paula, que siempre había hablado pestes de la suegra, ahora la evocaba con cariño, citaba momentos graciosas en los que ella ni siquiera había estado. Y encima lo hacía creíble. Consideré dos opciones, que fuera mejor actriz de lo que preví, o que Marta la tuviera posesa, me incliné por esta última, había algo muy poco Paula en la manera que contaba las anécdotas.
Creo que de todos yo fui el más envenenado. Lo que empezó como idea pasó a descabellada certeza, y de ahí un trecho muy corto hasta la obsesión.
Mariano se llevó su personaje secundario, impregnado de Marta, a la costa. Para cualquier otra familia hubiese sido abandono de hogar, primero la madre muerta, después el padre fugitivo, para mis amigos fue maná cayendo del cielo. Dijo que iba a Mar del Plata a visitar a una amiga de años, también amiga de Marta. Supusimos, por el apuro que tenía, que no volvería pronto. ¿Y si se ahoga? No lo veo metiéndose al mar, y menos a su edad, contestó Enrique. No es tan imposible, a tu mamá le gustaba nadar.
Costó, insistí, pero finalmente me hicieron caso, debían irse de la casa familiar, Marta acechaba en los rincones. Ninguno me lo reconoció, tampoco lo negaron. Además les servía de excusa para rajarse, algo lunática pero funcional.
En poco el hogar de añares quedó vacío, Quique probó la convivencia con Paula. Daniela rumbeó sola. Yo me ofrecí a encargarme del espíritu.
Mi amigo descubrió que la vividora le metía los cuernos con un tal Jorge. La hermana se emparejó con un pelado pero no anduvo.
No me extrañaría que se mudasen juntos, “para ahorrar en gastos”.
Me dan unas ganas bárbaras de quemar la casa con Paula adentro. Ahí sé que es Marta la que me implanta ideas.
Vas a arder sola.

29 comentarios:

  1. zarpado. Sensibilidad la suya.
    Un abrazo,

    nicus

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  2. jiji que ardan los impios.
    indefinible, triste y cómico
    bsss

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  3. Realmente me fascina la forma en que abordás los personajes, siempre provisto de una sensibilidad aparentemente cruda pero qué golpe a golpe va desnudando el carácter inerme de su conciencia. Creo que en este mundo cualquier conciencia se vuelve un riesgo, algo así como un flanco.

    Cuando se puede mirar demasiado a los ojos de los demonios es que uno ya tiene el tridente en la mano, una vez me lo dijo un espejo jugando con su rabo de fuego,,,

    él estaba poseso, qué final magistral Esteban.
    Un fuerte abrazo y muchas gracias.

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  4. Es curioso cuando se van por muy hijos de ... que hayan sido todos se convierten es santos, salvo que aquí se convirtió en sombra para seguir dando por saco

    Tus relatos,como siempre enganchas compañero
    Un besote

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  5. "Casi un cliché, pensé para mí, quién mierda era yo para decirle que sonaba a culebrón de la tarde. Si a él le servía para cerrar el capítulo, bien."
    Siempre voy a adorar esa frase irónica y cruda qe ponés en cada uno de tus relatos.
    Muchas veces está la ilusión de seguir perpetuando al muerto x cariño.. acá se perpetuó con esencia incluída y más diabólica que en vida al parecer!! Igual siempre me pareció muy falso hablar mal de alguien toda una vida y santificarlo cuando está 7 metros bajo tierra, en fin. Daniela, el mejor nombre qe podías haberle puesto a la hija de la difunta. M.

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  6. Si algo me gusta es leer de estas. Realidad y ficción.
    Besos muchos

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  7. Muy buena historia.
    Hay bastante de eso en quienes pierden a alguien querido. Una especie de necesidad de vencer la muerte, de no creerla. Y sí, así vuelven, quizás no en una forma tan perturbadora como Marta... pero vuelven.

    Abrazo.

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  8. me encanto esta historia, como cada letra detalla en forma sublime paso a paso cada acto, sin duda es lejor lo mejor que he leído en blogger hoy. Saludos.

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  9. Hay está Marta inspirando tus letras.

    Un beso…!!!

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  10. Yo creo que hay menos ficción de lo que parece. ¿Acaso alguien sabe a dónde van los que mueren? (religiosos abstenerse por favor) ¿Alguien se acuerda de algo de antes de nacer? Ambas cosas son el mismo misterio para mí.
    Saludos!

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  11. Esa gente que no sabe cuándo terminar de irse suelen resultar realmente molestas. Si ya estás muerto/a, listo, no molestes más. Pero no, siguen y siguen jodiendo.

    Ni que lo hicieran adrede, che!

    Saludos

    J.

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  12. ya sé lo que quiero ser cuando estire la pata... quiero ser como Marta!! jajaj por el placer de joder nomás

    Besos Efa!

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  13. Real...como la vida misma. Que bien te escribes.
    Saludos

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  14. No se si es más realidad que ficción. Creo que
    jugás a confundirnos, ji
    También sentí tristeza
    carina2012

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  15. historia se va
    deshilachando hasta que al final solo
    queda una confesion
    arderas

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  16. No se si fue el espiritu de marta pero me comieron la mitad dl
    comentario

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  17. me he reído tanto, pero tanto con tu comentario en mi entrada!!!! que no tenes idea!!!!
    ha sido estupendo, por las palabras dichas...Gracias!
    lidia-la escriba

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  18. Eu sou Marta te visitando...
    Volto com muitas saudades.

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  19. Eu sou Marta te visitando...
    Volto com muitas saudades.

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  20. Hola, el maldito Blogger no me indica bien las actualizaciones y entre eso y el poco tiempo que tengo...pues eso, basta de excusas, que ya estoy por aquí leyéndote ávido y maravillado. Me encanta tu estilo entre Cortázar y Onetti, el primero por lo exquisito y fantástico del relato y el segundo por el sarcasmo y el distanciamiento...vamos, bárbaro.

    Un abrazo fuerte.

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  21. Muy interesante la duda que se plantea... es confiable el relator, o tiene una forma patológica de interpretar los hechos' Los otros disimulan, o viven una realidad distinta? La descripción de los padecimientos de Marta es escalofriante por lo realista, sobre todo si los has visto.
    Un abrazo, efa.

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  22. Sigo la opinión de Nedda. No creo que el relator sea confiable, pero eso es lo interesante, los cuentos de locos terminan siendo verdad.
    Saludss

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  23. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  24. Una de fantasmas que termina de terror, me
    quedé hasta el final.
    Regreso

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  25. jajaje la explicación drogadicta siempre funciona
    me haces que ria

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  26. qué talco efa, je, un poco antiguo no?
    Yo me pregunto algo que nadie quiso saber.
    qué pasó al final? la quemó?
    extrañaba leer en porteño

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  27. Un escupitajo a la memoria de Marta, al menos quedó
    inmortalizada.
    Creo que al final ardió hasta las cenizas

    Saludos

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  28. Buenas noches!

    Invitación especial a todos mis amigos y socios:
    Fiesta de inauguración de la Casa de Anita ... es un placer tenerte en nuestro partido!
    Juicy besos!

    http://intimasintencoes.blogspot.com.br/2012/04/casa-de-anitasejam-todos-bem-vindos.html

    Espero que les guste ... allí para recoger a nuestra nueva bandera .. besos jugosos!

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  29. Final de aplauso
    valoremos que no sólo marta tenía un problema
    Re bueno Efa como todo, está demás recordarlo jeje
    besos gigantes

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